Panameñidad
En el mes de noviembre, se supone, debemos celebrar nuestra historia. Recordar nuestros esfuerzos de ser una nación independiente y soberana.
La situación actual, ha visto frustradas estas celebraciones. Sin embargo, ya desde hace tiempo, en algunos hogares, comercios y en general, tienden a saltarse estas fechas y llegan directamente a las alegorías de Navidad.
Hasta el Día de la Madre se quieren saltar.
No critico a quienes lo hacen. Aquí no le vamos a decir a nadie que haga y no haga. Son otros los que se atreven a eso. No son solo los desfiles patrios.
Cuando nuestros atletas y artistas ganan, todos nos queremos vestir de patria. Nos sabemos las letras de esas canciones vulgares, de aquellos que hoy dicen ser referentes de la música urbana.
Pero algunos ni saben que el 28 de noviembre es nuestra independencia de Panamá de España y que fue en 1492 y no en 1942 cuando Cristóbal Colón avistó América.
Nuestra historia, no se puede saltar, ni mucho menos olvidar.
Nuestra identidad es nuestra, y no debe ni puede ser reemplazada por modelos importados. Más allá del nacimiento de la república, en nuestra historia hay muchos detalles que nos ayudan a entender las luchas de los panameños por modelar nuestro destino.
También están las historias de las traiciones que han afectado por siempre a todos los panameños.
Por eso yo también tengo mi versión de Patria. No es la de Ricardo Miró ni la de Rubén Blades.
Mi patria
Patria es el recuerdo que tengo de mi bisabuela. Aquella que fue la abuela de mi madre y madre de mi abuela, a la que le gustaba fumar tabaco con la candela pa’dentro.
Son los cuentos del Cuco y los mitos que nos infunden respeto sobre la sobriedad y solemnidad de la Semana Santa.
Patria son las tradiciones de los pueblos y los senderos que nos llevan a los ríos, donde en cueros, de chiquillos, se bañaba la gallada de familiares.
Es el asado de la pepita de marañón y el concolón en leña. El de la chicha de maíz nacido y el del vino de palma.
Patria es el sudor de aquel que carga el motete y el que trabaja la tierra de cara al sol con la piel curtida, para no morirse de hambre.
Es el terruño que le dejó su padre, es el guarumo que ya no existe y el árbol de pomarrosa que sus nietos jamás conocerán.
La Patria no es una celebración de días. Es la última ocasión que nos reunimos porque nació mi nieta. Es la primera vez que regresamos al pueblo porque se murió la última tía abuela allá en El Cañafístulo.
Son esos caminos de tierra todavía, donde la gente de Barrio Unido, lucha por tener una comunidad productiva, sin estar pendiente a la caridad.
Patria es el sentir intenso, y las alegrías, de los triunfos de los amigos y las tristezas compartidas. Es aquello que esperamos y que no llega, porque estamos sentados y no lo buscamos.
Es el rotundo silencio, y aguantar callado los embates que nos da la vida, cuando luchamos por la familia. Es el dolor agudo cuando recibes ese golpe más de una vez y lo sigues intentando.
La patria no es todo lo bonita que deseamos. Es todo el esfuerzo que ponemos en lo que queremos para nosotros y para el país.
Consideraciones del autor
Tenemos que levantar las voces de protesta, denunciar, participar, deplorar, repudiar y todos aquellos verbos que puedan manifestar nuestro total rechazo a lo que esté mal.
Agradezco a mis lectores y amigos por sus comentarios a mis escritos.
Gracias por leer mis aportes en este blog. Recuerda: El conocimiento es infinito…y gratis.