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Blog. Semana Santa. ‘Oye chiquillo de porras…no te subas al árbol que te vas a convertir en mono’

La costumbre de “guardar con pescado”, cada vez se hace más difícil....

Basilio Fernandez

Por Basilio Fernández

'No te bañes en ríos ni playas, que te puedes convertir en pez'. (Corprensa)

“Oye chiquillo de porras…no te subas al árbol que te vas a convertir en mono”. Dichos de mi bisabuela, mi abuela y mi tía abuela. Recuerdos de mi niñez en la finca familiar, allá por los años 70´s. Criado por un matriarcado netamente católico, son los recuerdos del poder de la solemnidad de la Semana Santa para nuestra familia en aquel entonces.

Lo que se nos quería transmitir, era el tiempo de tranquilidad y el apego familiar. Eran tiempos de hacer en familia una cocada, los dulces de papaya y marañón. Básicamente para los días Jueves y Viernes Santos.

Mucha agua ha corrido bajo ese puente. Con las nuevas generaciones y las nuevas tendencias, cada uno le pone el apego a esas fechas de una manera personal. Algunos se van visitar a familiares en el interior, otros al exterior.

Algunos aprovechamos la quietud de por lo menos un día de la ciudad.

La costumbre de “guardar con pescado”, cada vez se hace más difícil. Aparte de los precios y de la incomodidad de ir al Mercado de Mariscos, nos vemos condenados al pescado congelado y las siempre prácticas, tunas y sardinas de lata.

Importante destacar que se guardaba con pescado, pero al pasar del tiempo esa costumbre se ha modificado con las diferentes interpretaciones de lo que es “guardar” en Semana Santa.

Aunque en menor desesperación por comprarlo, el bon, se ha convertido en un infaltable en los hogares, por lo menos de la capital y Colón, recordando la influencia de los afroantillanos que llegaron a Panamá con su variación del Easter bun inglés.

Sí, ese bon que comemos con queso amarillo. Y no solo el bon. También el Johnny Cake y la Gizzada jamaiquina. El primero, una especie de pan rústico, inicialmente y como costumbre, horneado en fogón y en paila, con brasas por debajo, con una tapa de metal o un pedazo de zinc y sobre este, brasa también. El segundo es aquel dulce que tiene un corteza dura rellena de cocada.

Cualquiera que sea nuestra relación religiosa o no, son tiempos de tranquilidad y recogimiento. Para algunos son tiempos de fiesta. El mundo ha cambiado y todos tenemos derecho a recordar nuestras costumbres. También algunos tienen derecho a iniciar las suyas.

Consideraciones del autor

Tenemos que levantar las voces de protesta, denunciar, participar, deplorar, repudiar y todos aquellos verbos que puedan manifestar nuestro total rechazo a lo que esté malo.

Agradezco a mis lectores y amigos por sus comentarios a mis escritos.

Gracias por leer mis aportes en este blog. Recuerda: El conocimiento es infinito… y gratis.

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