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No nos pueden condenar a la pobreza

Tengo claro que el ser pobre, no significa que tenemos que estar condenados a la ignorancia. Tampoco, podemos permitir que se nos condene a la pobreza, porque la mayoría de nuestros hijos hagan su tránsito por planteles educativos oficiales o mal llamados públicos. Me dijo un señor una vez: “Me vine del monte, porque si me quedaba allá, esta gente no tendría oportunidad de estudiar”.

Basilio Fernandez

Por Basilio Fernández

El escritor Basilio Fernández presentó el viernes su primera obra literaria. (Gabriel Rodríguez)

Mis nietos, están teniendo mejores oportunidad que mis hijos y yo. Por lo menos en el tema relacionado a la educación. En parte, a todas la bases que ayudamos a formar para que esto se diera. En este caso, quiero hablar de manera personal de mi visión de la pobreza.

Tengo claro que el ser pobre, no significa que tenemos que estar condenados a la ignorancia. Tampoco, podemos permitir que se nos condene a la pobreza, porque la mayoría de nuestros hijos hagan su tránsito por planteles educativos oficiales o mal llamados públicos. Me dijo un señor una vez: ”Me vine del monte, porque si me quedaba allá, esta gente no tendría oportunidad de estudiar”.

Ese señor, era un hombre del campo, sin educación formal en un plantel. Pero con un sentido de honestidad, respeto y sentido común, que muchos estudiados no tienen. El sacrificio que hace un familiar para alentar la educación de los suyos, cuesta. Aquí no existe transporte para llevar a nuestros estudiantes gratis a las escuelas.

Tampoco funciona que le demos un “cuara” por día, como lo recibía yo cuando entré al primer ciclo en los años 70. Aun así, los que tienen a un padre o madre que esté al pendiente, con sacrificios lo hace.

Hasta los abuelitos ayudan en esto. Toda ayuda social es bienvenida, pero no debe perderse, o confundirse en un regalo social, transformado en un clientelismo perverso y humillante. Se ha perdido el apoyo comunal para luchar por un mejor ambiente en los planteles educativos. Nuestros hijos van con miedo a las escuelas, porque pareciera que los nuevos flagelos llevan un paso adelante. Estudiar cuesta. Cuesta más para aquellas familias numerosas. La danza de millones a nuestro alrededor, no nos cónsonos con el estado del sistema educativo.

Ese sistema, que muchas veces es excluyente. Hablamos de la desigualdad o de la relación con la distribución de la riqueza. ¿Quiénes tienen esa riqueza? ¿Quién decide cómo repartirla? Pero cuando nos hablan de riqueza, que no te engañen.

Están hablando de los recursos públicos, del Estado, y que hay un grupo que usan la retórica de barricada, para hacer que ver que los ricos deben compartir su dinero. Ese es un tema que debemos ver desde otra perspectiva y tocaré en otro escrito.

Tenemos que estudiar. No podemos pedir doctorados para todo. NO TODOS TIENEN DINERO PARA HACERLO. Eso es una realidad, pero podemos hacer mucho para cambiar esto como país. Pero tampoco nos restrieguen en la cara, la parcialidad, de un supuesto sistema de repartición de la riqueza. Mis padres jamás recibieron dinero para mi educación. Cuando pude, hice lo que tenía que hacer. Historia de muchos panameños.

Consideraciones del autor

Tenemos que levantar las voces de protesta, denunciar, participar, deplorar, repudiar y todos aquellos verbos que puedan manifestar nuestro total rechazo a lo que esté mal. Agradezco a mis lectores y amigos por sus comentarios a mis escritos.

Gracias por leer mis aportes en este blog. Recuerda: El conocimiento es infinito…y gratis.