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Se nos viene una elecciones sin sazón, batería y reggaetón

Esto contrasta con el bombardeo que reciben hoy en día los ciudadanos en sus celulares y la sobreexposición que permiten los millones de dinero que se gastan las campañas, lo que termina generando aún más hastío en la población.

Daniel Lopera

Por Daniel Lopera

Comunicador|Periodista|Activista

Estamos a pocos días de las elecciones, en la recta final, la última milla, y yo no sé ustedes, pero esta es la elección más rara de las últimas 4 que he seguido activamente. Atrás quedaron las caravanas de cientos de carros con banderas ondeantes y jingle repetido. Las grandes concentraciones donde la gente se movilizaba, algunas por convicción, otras por curiosidad y la mayoría por el dinero. Las caminatas multitudinarias recorriendo los barrios del país, la abrazadera de señoras y la cargadera de niños.

He estado hablando con candidatos para tratar de responder la pregunta de por qué tenemos una campaña tan desabrida, y la respuesta mayoritaria me ha dejado al menos con buen sabor de boca. Muchos coinciden en que la culpa la tiene el votante, que ante el hartazgo generado por grupos políticos enfocados en su beneficio personal y en el saqueo sistemático de las arcas del Estado, rechazan todo lo que huela a política partidista.

Varios videos se han vuelto virales de ciudadanos echando a políticos en campaña de sus casas o incluso criticando las caminatas, por lo que los candidatos partidistas han recurrido a campañas más sencillas, enfocadas a caminar sus áreas sin mucho distintivo de partido para no levantar pasiones negativas. Incluso es evidente en muchas vallas del país cuando los candidatos se apoyan más en su figura personal y evitan usar los colores o la bandera del partido que representan.

A esto se le suma la incursión de los independientes, esta figura que con menos presupuesto, y a veces más honestidad, camina tranquilamente por entre sus electores con la inmunidad que le permite el ser una “cara nueva”.

Por el otro lado, la tecnología ha acercado a los candidatos a sus votantes de una manera que era imposible pensarlo hace algunos años. Las historias de multitudes que se aglomeraban para tener la posibilidad de ver la blanca dentadura de Arnulfo Arias en su pueblo parecen ser de otra época, incluso si les pasaba lo que según la leyenda le ocurrió a Pedasí, a donde Arnulfo fue para decir que “si el mundo tuviera culo, definitivamente Pedasí sería el culo del mundo”, por lo alejado que quedaba.

La mística de estos personajes, con discursos grandilocuentes y un poder de oratoria permitido por no tener que decir algo que pudiera ser cortado a un video de 10 segundos, generaba mitos y leyendas sobre su figura. Esto contrasta con el bombardeo que reciben hoy en día los ciudadanos en sus celulares y la sobreexposición que permiten los millones de dinero que se gastan las campañas, lo que termina generando aún más hastío en la población.

El otro factor que ha marcado esta campaña y hace que los candidatos tengan que navegar un mar más picado es el acceso a información. Los candidatos han sido definidos por los electores en base a sus acciones, presentes y pasadas, más que por la confianza que tengan en sus acciones futuras.

Tenemos una ciudadanía que desconfía de su clase política, y eso hace que los planes de campaña o las promesas que tengan para la población, signifiquen nada, comparadas con la confianza que tenga la persona en que el candidato tiene la capacidad o la voluntad de hacerlo. Esto ha generado que las campañas se enfoquen cada vez más en destacar que a diferencia de los otros, ellos pueden y van a hacer los cambios necesarios, incluso cuando los cambios no sean ni siquiera un cambio de política pública, sino de simplemente implementar lo que ya existe en papel. Básicamente “escójanme a mí, que yo sí voy a hacerlo” parece ser el slogan de campaña de muchos.

Toda esta maraña de factores ha generado unas elecciones enredadas, confusas, inciertas y desabridas, donde los candidatos no se atreven a más de cuatro cosas por temor al rechazo ciudadano, y el elector ve un poco de figuras parecidas que no le generan confianza suficiente. La flecha imparable contra el escudo impenetrable.

El autor es co-fundador de FOCO.