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Vigilantes y esperanzados

Un voto maduro, un voto pensado, demanda un análisis racional. Debemos intentar dejar por fuera las emociones y que sea nuestra razón la encargada de analizar y escoger la mejor alternativa.

Rabino Kraselnik

Por Rabino Gustavo Kraselnik

El rabino Gustavo Kraselnik es el líder espiritual de la Congregación Kol Shearith Israel de Panamá.

A pocas semanas de los comicios estamos siendo “bombardeados” con publicidad de infinidad de candidatos. En el teléfono, en la computadora y en las calles se nos atraviesan imágenes, consignas y anuncios. Por más que uno quiera resistirse, el cerebro recibe todos esos mensajes y como consecuencia terminamos asociándolo todo -al menos a mí me sucede – con las próximas elecciones.

Y eso me pasó el otro día cuando asistí de manera virtual a una conferencia dictada por el Doctor Jonathan Cohen profesor de Filosofía de la Educación de la Universidad Hebrea de Jerusalem que tenía por título ¿Qué puede contribuir la filosofía en tiempos de una crisis aguda?

Confieso que mi interés por la disertación radicaba más en el expositor que en el tema (el profesor Cohen fue mi tutor en el trabajo final del programa para educadores judíos en esa universidad hace casi 30 años), sin embargo, a medida que iba avanzando en la presentación del tema mi cabeza comenzaba a conectarla con Panamá y las elecciones del 5 de mayo.

La idea central que planteaba era comprender como en tiempos de crisis la filosofía analítica servía de guía para la toma de decisiones. Ante tanta incertidumbre es imperativo un proceso de reflexión que comienza por establecer o reafirmar los principios generales, cómo estos se traducen en ideales para luego definir una estrategia para llegar de la actualidad a esa realidad deseada y luego encontrar las prácticas o acciones que deben realizarse con ese fin.

Y mientras el profesor desarrollaba su tesis, yo pensaba que algo parecido deberíamos hacer nosotros a la hora de escoger los candidatos. Partiendo de los principios que tenemos, de nuestras convicciones más profundas, imaginar cómo sería ese Panamá ideal, para luego analizar quienes, con su liderazgo, sus valores, su visión y sus propuestas estaban en condiciones de acercarnos a esa utopía.

Dicen los expertos que son las emociones las que determinan nuestra elección a la hora del sufragio. Quizás por eso las campañas apelan a imágenes que pretenden conmovernos, a frases grandilocuentes que por lo general no dicen nada y a promesas que son imposibles de cumplir pero que tocan nuestros anhelos o nuestras frustraciones.

Un voto maduro, un voto pensado, demanda un análisis racional. Debemos intentar dejar por fuera las emociones y que sea nuestra razón la encargada de analizar y escoger la mejor alternativa.

Casi al final de la conferencia, alguien le preguntó al profesor Cohen cuál debería ser la actitud adecuada que debemos tener en medio de una situación de crisis e incertidumbre. Inmediatamente respondió: “Vigilantes y esperanzados” (“Whatchful and hopeful” dijo en inglés, que suena rimado). Y explicó: vigilantes para estar pendiente de lo que está pasando, tomando en cuenta lo que está en juego, y esperanzados, confiados en que las decisiones que se tomen, si están basadas en criterios éticos y racionales, van a hacer posible un mejor futuro para todos.

Y una vez más, me quedé pensando que eso mismo se aplica a nuestra realidad panameña.

Vigilantes y esperanzados. Esa es la actitud.