En los alrededores del Vaticano aparecieron este martes 28 de marzo una decena de carteles en vallas publicitarias para protestar contra la decisión del papa Francisco de limitar las misas de rito antiguo, en latín, previas al Concilio Vaticano II (1962-1965).
“Por amor al papa. Por la paz y la unidad de la Iglesia. Por la libertad de la misa tradicional en latín”, se lee en los carteles en los que aparecen Benedicto XVI y Juan Pablo II y que están firmados por un comité promotor formado por diversas asociaciones y blogs católicos tradicionalistas.
En los diferentes carteles se leen frases de los papas anteriores a Francisco en las que autorizaban el poder seguir usando el llamado rito “tridentino”.
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En los carteles con la imagen del papa alemán se cita su documento en el que se afirma que “el Misal Romano promulgado por San Pío V y nuevamente redactado por el beato Juan XXIII debe ser tenido en el debido honor por su venerable y antiguo uso”.
Estos grupos afirmaron en un comunicado que esta iniciativa “ha querido hacer público su profundo apego a la misa tradicional precisamente cuando parece preverse su extinción: por amor al papa, para que se abra paternalmente a la comprensión de aquellas periferias litúrgicas que desde hace algunos meses ya no se sienten acogidas en la Iglesia, porque encuentran en la liturgia tradicional la expresión plena y completa de toda la fe católica”.
El pasado 21 de febrero pasado, el Vaticano publicó un documento en el que Francisco confirmaba su decisión de limitar las misas de rito antiguo, en latín, previas al Concilio Vaticano II e incluso puntualizó que sólo él podía autorizarlas en algunos de los casos.
El 16 de julio de 2021, en la carta apostólica “Traditionis custodes”, el papa estableció como “única” forma ceremonial del rito romano el misal salido del Concilio Vaticano II, promulgado por Pablo VI y Juan Pablo II.
En ella, Francisco limitó la celebración de misas en el llamado rito tridentino, en latín y de espaldas a los fieles, que sólo en algunos casos podían ser permitidas, e introdujo que éstas deben ser autorizadas por el obispo y este tiene que consultar al pontífice.
Los católicos tradicionalistas habían manifestado ya en varias ocasiones su contrariedad a esta decisión. EFE