Los Dodgers de Los Ángeles llegan a finales de la temporada con un guion inesperado. Un año atrás levantaron el trofeo de la Serie Mundial pese a un pitcheo que tambaleaba en cada ronda. Su efectividad de 4.50 en postemporada fue una de las peores entre campeones, obligando al equipo a inventar juegos de bullpen y hasta darle una apertura a Ben Casparius en plena Serie Mundial. Aquello fue resistencia pura.

Este año, la película es distinta
Durante meses, las lesiones hicieron tambalear la rotación: Snell apenas lanzó dos juegos antes de lesionarse, Glasnow cinco, y Sasaki apenas ocho discretas aperturas. Dustin May se fue en un cambio, Gonsolin cayó y Bobby Miller naufragaba en Triple-A. En junio, la efectividad colectiva estaba entre las peores de la liga.
Pero septiembre lo cambió todo
Con Yamamoto encendido (tres carreras limpias en sus últimas tres salidas), Glasnow intratable (2.66 ERA) y un Ohtani que volvió con un 33% de ponches, la rotación angelina es hoy la más dominante de las Grandes Ligas. A eso se suman Snell (2.97 ERA) y Sheehan (3.23 ERA), creando un dilema inusual: hay demasiados abridores en forma.
Mientras la rotación luce de lujo, el bullpen genera desconfianza. Dave Roberts podría inspirarse en los Nacionales de 2019, que confiaron en un puñado de abridores para cubrir casi todas las entradas. Kershaw, Snell, Glasnow, Ohtani y Yamamoto forman un núcleo de poder que ningún rival quiere enfrentar.
En 2024 ganaron “con cinta adhesiva”. En 2025, los Dodgers llegan con armas pesadas y el lujo de elegir. Octubre será la verdadera prueba.