“Aún me siguen preguntando acerca del gol y cómo lo anoté. La gente ha tratado de analizarlo, pero no hay explicación. No debió de tener tal viro, pero sabía que iba a entrar”, afirmó hace algunos años Roberto Carlos.
Hoy se cumplen 22 años de uno de los mejores goles de falta directa de la historia del fútbol. El 3 de junio de 1997, en un amistoso ante Francia en Lyon previo al Mundial del ’98, Roberto Carlos desafió las leyes de la física y convirtió uno de los mejores tiros libres de la historia del fútbol.
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El golazo fue calificado de imposible porque la curvatura extrema que tomó la pelota desafió a la física.
El brasileño ubicó la pelota a 35 metros del arco de Fabien Barthez para rematar un tiro libre. Retrocedió 18 pasos, y luego sacó un zurdazo brutal, mágico, irreal, de ficción, para vencer en un segundo y fracción el arco del portero que al año siguiente se coronaría campeón del mundo.