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La Historia de Manny Sanguillén y su ingreso al Salón de la Fama de los Piratas

Manny Sanguillén, legendario receptor de los Piratas, fue una figura clave en los éxitos del equipo durante los años 70, destacándose por su destreza al bate y en el campo.

Por Luis Del Valle

La carrera de Sanguillén, marcada por momentos memorables y amistades duraderas, sigue siendo una inspiración para jugadores y fanáticos del béisbol.

Manny Sanguillén, receptor panameño que brilló en las Grandes Ligas, es un nombre que resuena con fuerza entre los fanáticos del béisbol. Su carrera, marcada por una habilidad excepcional para el bateo y una destreza defensiva destacada, dejó una huella imborrable en los Piratas de Pittsburgh. Sanguillén pasó 12 de sus 13 años en las Mayores con los Piratas, debutando en 1967 y consolidándose como uno de los mejores receptores junto a Johnny Bench de Cincinnati durante la primera mitad de la década de 1970.

DESTACADO JUGADOR

“Sangy”, como era conocido cariñosamente, fue seleccionado tres veces para el Juego de Estrellas, y en cuatro temporadas diferentes, logró un promedio de bateo superior a .300. Participó en los seis equipos ganadores de división de Pittsburgh en la década de 1970, destacándose no solo por sus habilidades en el campo, sino también por su carisma y espíritu de equipo.

Un episodio interesante en su carrera fue su cambio a los Atléticos de Oakland después de la temporada de 1976, a cambio del manager Chuck Tanner. No obstante, Pittsburgh readquirió a Sanguillén justo antes del inicio de la campaña de 1978, permitiéndole ser parte del equipo campeón de la Serie Mundial de 1979. “Dios obra de diferentes maneras. No puedes decirle a Dios qué hacer”, reflexionó Sanguillén sobre su carrera, agradecido por las oportunidades que se le presentaron.

Firmado originalmente con Pittsburgh en 1964, Sanguillén tuvo que competir con receptores como Jim Pagliaroni, Jerry May y Carl Taylor. Su compañero Pagliaroni reconoció su talento desde el principio, diciéndole: “Tan pronto como te vi venir con ese gran bate, supe que estaba en problemas”.

La inclusión de Sanguillén en el Salón de la Fama de los Piratas es un reconocimiento merecido para un jugador que siempre valoró a su familia, su fe y su equipo.

El ingreso al Salón de la Fama de los Piratas es un honor significativo para Sanguillén, quien fue el mejor amigo de Roberto Clemente. Con un promedio de bateo de por vida de .296, Sanguillén expresa su gratitud: “Dios, mi familia y los Piratas... esas son las cosas que siempre he amado en este mundo”.

Jim Leyland, exjugador y manager, comparte una anécdota divertida con Sanguillén. Durante un encuentro en las Menores en 1965, Leyland conectó uno de sus cuatro jonrones en su carrera contra Sanguillén. Este tipo de historias y camaradería se revivirán cuando Sanguillén, Leyland y Barry Bonds sean incluidos en el Salón de la Fama de los Piratas el 24 de agosto.

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El legado de Sanguillén no solo reside en sus estadísticas, sino en el impacto humano y el ejemplo de dedicación y amor por el juego que dejó en cada uno de sus compañeros y seguidores.

Con información publicada en mlb.com