Hubo un tiempo en el que se percibía el surf como un deporte extremo y de vagos, sin imaginar que el poder de la tabla y el vaivén de las olas, lejos de suponer un peligro, sirven ahora como terapia, hobby y práctica deportiva para personas con discapacidad, con beneficios no solo físicos, sino también sociales. Así ocurre en las playas panameñas, gracias a la Fundación Autism Wave, quienes ofrecen sesiones de esta disciplina para que niños y niñas con autismo puedan mejorar sus condiciones de vida.
La iniciativa nace el 26 de agosto de 2017, con un grupo de cinco niños y de la mano de Paola Castrejón, quien buscando opciones de tratamientos no tradicionales para su hijo, quien padece esta condición, se atreve a incursionar en este mundo.
Los métodos convencionales para tratar el autismo son sumamente costosos; sin embargo, con esta opción alternativa los chicos pueden participar de los campamentos que organiza la fundación por una pequeña donación, la cual incluye transporte, refrigerios y todo lo necesario.
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“Nos reunimos una vez al mes en playa Coronado para realizar esta actividad, y cada dos meses en otras playas del país como en Azuero, en Santiago (Santa Catalina) y en Chiriquí (playa Las Lajas). Así que tratamos de cubrir todo lo que es el territorio nacional y darle esa oportunidad a la mayor cantidad de niños posibles”, contó Castrejón, el corazón y motor detrás de esta operación.
UN GRAN EQUIPO
Además, surfers panameños profesionales se han unido a Paola para colaborar con esta noble obra en pro de una mejor calidad de vida para estos chicos.
“Es gratificante cuando ves a un niño llorando y al padre tratando de meterlo al agua, viendo que su hijo no quiere, pero sabiendo que es lo mejor para él, y ver a ese pequeño cambiar su temor por una sonrisa de repente al sentirse en calma gracias al poder de las olas y esa energía positiva impacta”, explicó Fred Hansen, uno de los surfers voluntarios que colaboran con este gran movimiento. “Una vez un padre se me acercó casi llorando y me dijo que él antes de conocernos catalogaba el surf como un deporte para vagos, delincuentes y gente del mal vivir, sin pensar que podía hacer esto por su hijo, me lo dijo muy agradecido, un gesto que vino del corazón, son cosas que te tocan”, confesó Hansen.
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Y es que son muchos los beneficios que se observan luego de un par de campamentos. Cuenta Paola que los niños mejoran aspectos como interacción social, equilibrio, autocontrol, habla y desempeño escolar, por mencionar algunas.
Sin embargo, esta noble obra se ve amenazada por la falta de apoyo, ya que no se cuenta con el respaldo de entidades gubernamentales y son pocas las empresas privadas que aportan su granito de arena.
"Gracias a estos campamentos, Luis Fernando y yo hemos tenido aventuras que jamás nos hubiésemos atrevido a hacer solos. Su salud ha mejorado mucho”.
— Roxana Robles (Tutor de Luis Fernando)
"A pesar de que Charis solo ha podido asistir a dos terapias por temas de salud, han sido muy buenas para ella, porque lo refleja en su comportamiento y actitudes”.
— Magaly James (Tutora de Charis)
"Los resultados obtenidos han sido asombrosos para mi hija. Ya no le teme al agua, mejoró la parte sensorial con las distintas temperaturas y ya no le afecta el convivir o socializar con otros niños”.
— Jorge Luis Bazán (Tutor de María Isabella)