Los expertos señalan que el Sol, en un futuro lejano, dejará de producir calor mediante fusión nuclear y se expandirá, convirtiéndose en un gigante rojo. Este proceso llevará a la devoración de Mercurio y Venus, erosionará la atmósfera terrestre con intensos vientos solares y creará condiciones hostiles. Tras esta etapa, el Sol se transformará en un enano blanco, marcando el final de su evolución estelar. Aunque no podrá albergar vida, su densidad extrema será similar a la de la Tierra.
A pesar de la muerte del Sol, cuerpos más alejados como Marte, Júpiter, Saturno, Urano, Neptuno y otros sobrevivirán en un sistema solar alterado. La NASA estudia tanto el futuro lejano del Sol como amenazas más cercanas, como el incremento en su luminosidad que podría afectar a la Tierra en un billón de años.
El Sol tiene unos 4.600 millones de años, medido en función de la edad de otros objetos del Sistema Solar que se formaron aproximadamente al mismo tiempo. Basándose en observaciones de otras estrellas, los astrónomos predicen que llegará al final de su vida en unos 10 mil millones de años más.