Cuarto día de búsquedas en Petrópolis. Las peores lluvias desde 1932 dejan ya un balance parcial de 136 fallecidos en la “ciudad imperial” brasileña, donde los vecinos seguían cavando con picos y cubos para intentar encontrar a las decenas de desaparecidos.
“Una imagen casi de guerra” e “intensa destrucción”, describió el presidente de Brasil, Jair Bolsonaro, quien, recién llegado de su viaje a Rusia y Hungría, sobrevoló en helicóptero las zonas afectadas acompañado por varios de sus ministros.
Las sirenas de alerta tocan de forma intermitente en el Morro de la Oficina, uno de los lugares más afectados por el tremendo temporal que azota Petrópolis desde la noche del martes y ha destrozado parte del municipio, en la región serrana de Río de Janeiro.
En una parte de ese cerro, donde antes había viviendas, hoy se levanta una gigantesca montaña de barro y destrozos de materiales sobre la que trabajan equipos de rescate y grupos de vecinos en busca de un halo de esperanza.
Ana María Pereira, de 49 años, sospecha que perdió a su desaparecida sobrina de 16 en el alud del Morro de la Oficina. Ella se salvó porque estaba vendiendo caramelos en la calle y se subió a un muro cuando llegó la riada. Ahora está alojada en un albergue.
“Sentí mucha tristeza al ver tantos cuerpos”, relató.
Lejos de amainar, otro aguacero provocó el jueves nuevas inundaciones, lo que obligó a las autoridades a evacuar a las prisas algunos barrios ante el riesgo de más corrimientos de tierra.
Según la Defensa Civil, ya se han registrado 546 deslizamientos y existe la posibilidad de que se produzcan más, pues se esperan fuertes precipitaciones en las próximas horas.
“Tengo miedo de que Petrópolis acabe”, dijo a Efe Eva Barros, de 42 años y quien no puede volver a casa porque la zona “está cortada” y “se está cayendo todo”.
El terreno está muy inestable y, en esas condiciones, es difícil hallar supervivientes.
Ello impide además enviar un gran número de brigadistas a las zonas más delicadas, según indicó el gobernador de Río, Claudio Castro, en respuesta a las críticas de una parte de la población local por la falta de efectivos.
Por el momento, 24 personas han sido rescatadas con vida y al menos 166 fueron ingresadas en hospitales de la región.
PETRÓPOLIS, DESOLADA
Las funerarias están llenas, muchos negocios siguen cerrados y multitud de vías continúan impracticables. Más de 140 vehículos han sido retirados de los ríos y las calles de Petrópolis, según la alcaldía.
Las escuelas y las iglesias se han transformado en albergues y almacenes de donaciones para los al menos 967 desalojados. La campaña de vacunación contra la covid-19 permanece suspendida en plena ola ómicron.
El alcalde de Petrópolis, Rubens Bomtempo, informó que trabajan para recuperar los servicios esenciales, como luz, transporte o recogida de basuras, y que continúan las búsquedas por más víctimas, “que todavía son muchas”.
Y es que tampoco hay un balance certero de desaparecidos. La Policía los cifra en 213, pero la Fiscalía reduce ese número a cerca de 60.
MÁS DE 800 MILITARES EN LA ZONA
Por su parte, el ministro de Defensa, el general Walter Braga Netto, señaló que unos 820 miembros de las Fuerzas Armadas se han desplazado a Petrópolis.
También declaró que están llegando “ingenieros técnicos” para realizar análisis del suelo, ante la fuerte inestabilidad geográfica de la ciudad, que está rodeada de escarpadas pendientes y tiene unos 300 mil habitantes.
MESES TRÁGICOS PARA BRASIL
Entre finales de 2021 y principios de este 2022, otros tres estados brasileños (Bahía, San Pablo y Minas Gerais) sufrieron igualmente intensos temporales que en conjunto causaron cerca de un centenar de fallecidos y unos 150 mil evacuados.
Detrás de este incremento de las lluvias en Brasil hay fenómenos naturales, como La Niña, pero los expertos meteorológicos advierten que la tendencia es que estos eventos sean cada vez más violentos debido al cambio climático.
Este tipo de catástrofes también se ven agravadas por la falta de planificación urbana y de medidas preventivas.
De hecho, no es la primera vez que ocurre un desastre de esta magnitud en la región serrana de Río, donde en 2011 un episodio similar causó 900 fallecidos y un centenar de desaparecidos.
“Muchas veces no tenemos como prevenir todo lo que pasa en estos 8,5 millones de kilómetros cuadrados (superficie total de Brasil)”, se justificó Bolsonaro.