El primer ministro belga en funciones, Alexander De Croo, expresó su descontento tras las declaraciones del papa Francisco durante su reciente visita a Bélgica, donde elogió la valentía del rey Balduino por abdicar en 1990 para no firmar una ley que despenalizaba el aborto. El Papa instó a los belgas a recordar el ejemplo de Balduino en un contexto de “leyes criminales” que, según él, están ganando terreno, lo que fue interpretado como una crítica a la reciente decisión del parlamento belga de congelar un proyecto de ley que ampliaba el plazo para abortar de 12 a 18 semanas.
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De Croo calificó de “inaceptable” el término “homicida” utilizado por el Santo Padre para referirse a la ley aprobada democráticamente y defendió el respeto hacia las decisiones tomadas por los parlamentarios belgas. En respuesta a las palabras del papa Francisco, convocó al nuncio en Bruselas, Franco Coppola, para discutir el asunto, subrayando que la visita del Papa a la cripta real fue inesperada y no estaba prevista en la agenda oficial.
Durante su intervención en el Parlamento, De Croo también hizo un llamado al respeto por los médicos que realizan abortos dentro del marco legal y defendió el derecho de las mujeres a decidir sobre sus cuerpos sin interferencias eclesiásticas. Criticó además a la Iglesia por su historia de encubrimiento de abusos sexuales.
El papa Francisco, por su parte, reafirmó su postura sobre el aborto, describiéndolo como un asesinato y enfatizando que las mujeres tienen derecho a proteger tanto su vida como la de sus hijos. Su intervención generó controversia y fue vista como una injerencia en la política belga, lo que provocó reacciones tanto en el gobierno como entre la población.