El Tribunal Supremo puso hoy al borde de la clandestinidad a la comunidad homosexual rusa al prohibir el movimiento LGBT, que a partir de ahora es considerado “extremista”, fallo que ha desatado una ola de indignación entre las minorías sexuales.
“Reconocer el movimiento internacional cívico LGBT como una organización extremista y prohibir sus actividades en territorio de Rusia”, dictaminó el juez, Oleg Nefédov, al leer el veredicto.
La medida prohíbe tanto la propaganda y la publicidad LGBT, como “el generar interés y animar a integrar las filas” de dicho movimiento.
Activistas homosexuales y juristas replicaron que, según la Constitución, Rusia es un Estado laico y acusan al Kremlin de querer “controlar” las conciencias de los rusos, al tiempo que inculcan “los valores familiares ‘tradicionales’, supuestamente incompatibles con las actividades de dicho movimiento”.
El presidente ruso, Vladímir Putin, decidido a convertir a su país en una reserva moral frente al relativismo occidental, aseguró recientemente que los homosexuales “también son parte de la sociedad”, pero criticó la obsesión con la igualdad de las minorías sexuales.
Fallo sumario
El fallo, que tiene “efecto inmediato”, “no afecta al derecho de los ciudadanos a la vida privada”, ya que la homosexualidad dejó de ser un delito en este país en 1993.
“Recurriremos el fallo no sólo en Rusia. Apelaremos al comité de derechos humanos de la ONU”, dijo el exiliado Yuri Kochetkov, uno de los líderes del movimiento homosexual en Rusia, quien matizó que la prohibición no entrará en vigor hasta el 10 de enero.
La vista transcurrió a puerta cerrada y sólo contó con la presencia de representantes del Ministerio de Justicia, por lo que sus detractores consideran que es ilegal.
Activistas LGBT, muchos de los cuales se exiliaron tras el comienzo de la guerra en Ucrania, crearon en el último momento la organización Movimiento Internacional Cívico LGBT, que hasta entonces no existía, con el fin de defender los derechos del movimiento, pero no fueron invitados a la sesión.
El demandante presentó pruebas sobre las supuestas “tendencias extremistas” y “la incitación al odio social y religioso” en las actividades de dicho movimiento.
Organizaciones de derechos humanos se dirigieron la víspera al Supremo aduciendo que “es imposible” catalogar como movimiento a las personas que pertenecen a un grupo social.
“Esto sería tan absurdo como, por ejemplo, llamar movimiento social a todos los pensionistas o a la gente que pertenece a una particular etnia”, apuntaron.
¿Prohibición del arcoiris?
Los activistas temen que el fallo conlleve la prohibición de populares símbolos como el arcoiris y desate una ola de odio y violencia, ya que, según las últimas encuestas, ya son un 62 % los rusos que apoyan limitar sus derechos, muchos más que hace diez años.
Además, advierten de que, a partir de ahora, los organizadores de cualquier actividad del movimiento LGBT pueden ser condenados a 10 años de cárcel.
“Comprendemos que este caso es una preparación del terreno para las represiones políticas (...) Es la intimidación de todos aquellos que defienden un punto de vista diferente al estatal, aquellos que son capaces y quieren dedicarse a actividades organizativas que el Estado no puede controlar”, dijo Kochetkov.
El activista se mostró convencido de que la actividad de cualquier organización vinculada con la comunidad homosexual será “imposible”, por lo que el movimiento tendrá que cambiar radicalmente de estrategia.
Amnistía Internacional advirtió hoy de que “las consecuencias pueden ser catastróficas”, ya que “se corre el riesgo de llegar a una prohibición total de las organizaciones LGBTI”, lo que “afectará a innumerables personas”.
“Al tiempo que amenaza con instigar y legitimar un nivel completamente nuevo de violencia contra las personas LGBTI en toda Rusia”, señala.
Espiral sin fin de represión
Hace un año Rusia aprobó una ley que censuraba totalmente la propaganda LGBT, lo que incluye libros y películas; en junio pasado se prohibieron las operaciones quirúrgicas de cambio de sexo, lo que provocó una gran alarma entre la comunidad transexual, y también se prohibió la adopción por parte de parejas homosexuales y se anularon matrimonios entre personas del mismo sexo.
La guerra “no tiene lugar sólo en los campos de batalla, sino también en la conciencia de las personas, en sus mentes y en sus almas”, proclamó Alexandr Jinstein, polémico diputado oficialista, autor de la ley contra la propaganda homosexual.
Con todo, el viceministro de Justicia, André Luguínov, aseguró este mes ante la ONU que en Rusia no hay discriminación ni persecución de la comunidad homosexual y que la prohibición de sus manifestaciones públicas responde a los valores morales del país.
La reforma constitucional de 2020 introdujo el concepto de que el matrimonio es una unión entre un hombre y una mujer, después de que Putin asegurara que, mientras sea presidente, en Rusia no habrá matrimonio homosexual.