Hace casi 40 años que en Panamá se detectó el primer caso de VIH y desde entonces el país ha desarrollado distintas estrategias para prevenir nuevos contagios, pero estas no han sido suficientes.
Aunque seguimos trabajando para declarar al país libre del contagio de madre a hijo, esto no ha sido posible y en los últimos años, quizás por la pandemia, se ha visto un retroceso.
Se estima que en Panamá más de 30 mil personas conviven con la enfermedad, y cada año se detectan hasta mil 800 casos, la inmensa mayoría personas en edades productivas.
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El estigma, la discriminación y hasta la dejadez siguen imperando en el manejo de una enfermedad que a estas alturas y con las inversiones hechas debería estar controlada.
Y para hacer más desalentador el panorama, en nuestras aulas de clases se les quiere ofrecer a nuestros niños y adolescentes educación sexual como si aún viviéramos en el siglo XX. Si no cambiamos de óptica, seguiremos lamentando nuevos contagios y fallecimientos.