Panamá es un país tropical en donde casi nada se discute y se conversa; por el contrario, la mayoría de las veces todo se destruye y critica, porque la desconfianza es alta.
Por ello, debe ser alentador que la segunda fase del diálogo nacional se reactive con la mediación de la Universidad de Panamá y que se lleve a cabo con respeto e incluyendo a todos los actores.
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Les toca a los sectores activos empujar hacia adelante para que el país resuelva sus problemas apremiantes porque los políticos solo están pensando en el clientelismo de las elecciones del 2024.
La crisis de las pensiones, la corrupción pública y privada, el desempleo, el retroceso educativo y el alto costo de las medicinas, comida y combustible, que no están resueltos, son temas demasiado serios para que no se dialoguen y no se tomen las decisiones necesarias para rescatar este país.
Tal vez no se tomen decisiones finales, pero hay que avanzar y actuar porque hay medidas impostergables o que costarán más para todos si no se encaran con responsabilidad y valentía. A dialogar con respeto por el presente y el futuro de Panamá.