No hay que tener una bola mágica ni cinco dedos de frente para concluir que la entrega de más de un millón de piezas de jamón entre la población panameña “vulnerable” terminará con el mal uso de los recursos públicos en muchos de los casos.
Una vez más el Gobierno y los políticos en el poder se han agarrado de la pobreza y necesidad de la población para usar a su antojo los dineros que son de los más de 4.3 millones de personas que habitan este país. Apelan y saben que frente a la carestía existente y al elevado costo de los alimentos el rechazo a su actuar será mínimo.
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Pero lo más grave de todo es el daño que le hacen a esa población que dicen ayudar, sometiéndola a las dádivas y haciéndola pensar que si no es con el auspicio de los gobernantes de turno o del político oportunista es incapaz de poner la cena navideña o de fin de año en su mesa.
Todo lo anterior sin hablar de los inescrupulosos que hallarán otras puertas y ventanas para sacarle provecho a los jamones adquiridos por el Gobierno con la plata de todos.