Con un desempleo que supera el 10 % y una tasa de empleo informal que ronda el 50 %, Panamá enfrenta -como muchos países en el orbe- una histórica inflación producto de los efectos de la covid-19 y su impacto en la cadena logística, a lo que se suma la guerra en Ucrania.
En medio de lo anterior se multiplican los reclamos ciudadanos por compromisos históricos pendientes, así como por afectaciones surgidas por las situaciones externas ya detalladas.
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Lastimosamente, para ninguna de estas demandas hay respuestas oportunas y eficientes por parte de las autoridades nacionales, ocasionando una gran incertidumbre y zozobra que en nada favorecen la situación económica que vivimos.
Todo lo contrario, desde las distintas entidades del Estado se observa una desconexión con la realidad mediante la puesta en marcha de leyes, iniciativas y decisiones que están más dirigidas a satisfacer intereses particulares que las necesidades de la población.
Y si a lo anterior añadimos el componente electoral con miras al 2024, todo apunta a que la incertidumbre aumentará.