Lo expuesto públicamente por la Cámara Panameña de la Construcción (Capac) sobre la penetración de bandas organizadas en las actividades de la industria no es nada nuevo, aunque hay que destacar que la acción sí se ha consolidado ante el silencio cómplice de muchas autoridades nacionales y locales.
El crimen organizado ha encontrado en esta actividad, una de las más importantes para la economía del país, un nicho y lleva explotándolo y sacándole ventaja desde muchas aristas.
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A buena hora representantes del gremio pusieron el problema sobre la mesa para que las autoridades actúen con contundencia. Aunque hay que aclarar que otro sector dentro de la industria de la construcción que puede hacer mucho en este tema y que -ya sea por comodidad, temor, complicidad o simplemente porque se beneficia de esta extorsión- ha preferido callar, es el sindical.
No atender este problema y cortarlo de raíz es condenar al país a quedar como naciones vecinas donde las distintas actividades económicas quedan pagando los llamados “impuestos del miedo”.