Sobra decir que muchos de nuestros políticos que acceden o buscan llegar al poder lo hacen con el único fin de enriquecerse. Y si hay alguna duda, solo basta leer la más reciente publicación de la Unidad Investigativa de Corprensa.
El caso de la “patrona de Capira” es escandaloso, pero no sorprende tanto como la pasividad de los ciudadanos, que prácticamente aceptan resignados que quienes deben servirle en el ejercicio de sus funciones públicas se enriquezcan, mientras el resto de los ciudadanos se la juega para llegar a la quincena.
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Es por eso que se aferran al poder y le venderán su alma al diablo para no perderlo. No llegan a sus cargos para luchar por las necesidades de los humildes, sino para incrementar su patrimonio y fomentar fidelidad que pagan con migajas. Ah, pero cuando son expuestos los alegatos son siempre los mismos: “son víctimas de sectores poderosos que no pueden ver a un pobre surgir”.
Panameños, no estamos para cuentos ni para permitir que rémoras se enriquezcan con los recursos de todos.