La de hoy es una celebración agridulce porque, por un lado, en el Día del Trabajador se reconocen los derechos y aportes al desarrollo social de todos los que integran la mano de obra productiva en el mundo, pero también está la angustia de millones de personas que no tienen un empleo y con ello la oportunidad de llevar el sustento diario a sus hogares.
Se estima que en Panamá un quinto de la mano de obra productiva carece de un trabajo, o por lo menos uno digno que satisfaga sus necesidades.
Esta realidad que se agudizó con la pandemia por la covid-19 la vienen exponiendo diversos sectores que continuamente invitan a las autoridades nacionales a poner sus mayores esfuerzos en la creación de nuevos y mejores empleos.
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Pero para ello también debemos tener buenos trabajadores, y la realidad es que el sistema sigue operando para ofrecer al mercado un individuo con limitaciones, rezagado ante los cambios tecnológicos y hasta dependiente en muchas formas del aparato estatal. Hay retos enormes que debemos atender y poco tiempo para hacerlo.