El 5 de mayo del 2024 millones de panameños habilitados para votar estarán acudiendo a las urnas para participar de una de las elecciones generales más significativas para el país por lo que está en juego.
Y no solo es el rescate de muchos ciudadanos agobiados por la creciente pobreza y pérdida de poder adquisitivo que afecta su diario vivir. También está en juego la institucionalidad democrática del país, socavada por la corrupción, el crimen organizado y la incapacidad de los que acceden al poder.
LEA ADEMÁS: Editorial. La deuda del Estado con la provincia de Colón
El panameño ya no ve la democracia como un estilo de gobierno que garantice su bienestar, y ello es gravísimo porque crece el número de ciudadanos que serían capaces de renunciar a derechos fundamentales con las promesas de bienestar de inescrupulosos y oportunistas.
A un año de emitir su voto, el ciudadano debe entender que su rol con la democracia es permanente, informándose del quehacer de sus autoridades, exigiendo rendición de cuentas y negándole oportunidad de acceder al poder público a quien no pase el filtro de la transparencia.