Dando seguimiento al tema de la proliferación de armas en manos de estudiantes dentro de los centros escolares, la ministra de Educación reveló datos que resultan igual o peor de preocupantes.
Se trata de la presencia de jóvenes que podrían estar vinculados a grupos criminales y que estarían trastocando toda la dinámica de operaciones en los planteles.
Es muy seguro que el Meduca, con las herramientas a su alcance, esté adoptando medidas contra esta situación, pero no hay que ser un especialista en conducta juvenil para saber que esto no es suficiente si no se toman en cuenta a todos los actores que pueden generar un cambio, como lo son la familia y la sociedad en su conjunto.
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Lo que se vive en un aula de clases no es más que el reflejo de lo que está ocurriendo en los hogares y calles del país, y mientras el Estado no ponga en práctica una estrategia de revolcón que cambie paradigmas, cualquier estrategia en materia preventiva y de seguridad será un paliativo. Todavía estamos a tiempo para revertir.