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Editorial. Si no se ataca la corrupción de forma urgente la ira social se volverá peligrosa

En tres semanas de protestas el Gobierno no ha dado señales de cambio en este sentido

Lorenzo Abrego

Por Lorenzo Abrego

Ahora que la calle está durísima, la población se ha dado cuenta de que la corrupción impide que haya dinero público para apoyar a los que no pueden costear la gasolina, comida y medicinas.

Es decir, el mal que nos carcome desde hace años se ha hecho tangible, patente, evidente y por ello el tema estará sobre la mesa única de diálogo de Penonomé.

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Y la lista es tan larga que solo hay que recordar que en este país no hay ningún pez gordo preso por corrupción, mal que no solo está en el Gobierno, sino en el sector empresarial y los ciudadanos.

Pero le toca al Gobierno implementar una agenda anticorrupción de forma urgente.

Para ello, debe echar para atrás la reelección de la rectora de la Unachi, eliminar los incentivos fiscales de los empresarios turísticos, eliminar las consultorías, divulgar a los beneficiarios de las becas, aprobar una ley de conflicto de intereses, eliminar las contrataciones transitorias o por tiempo definido, entre otras medidas. Si no se ataca la corrupción pública de raíz, la ira social se multiplicará y eso es muy peligroso.