Empezó la Segunda Guerra Mundial. Estados Unidos trató de mantenerse fuera, pero un ataque sorpresa a su base en Pearl Harbor, Hawaii, que causó miles de muertes, llevó al presidente Franklin D. Roosevelt a declarar la guerra a Japón.
A raíz de esto, el presidente de Panamá, Ricardo Adolfo de la Guardia, sin un ejército, también le declaró la guerra. Panamá fue la primera nación de Latinoamérica en hacerlo.
Por esta razón, espías japoneses estaban en el país. Algunos se hacían pasar por pescadores o barberos, y su jefe residía en la Avenida B. Poco después, Panamá también le declaró la guerra a la Italia de Mussolini y a la Alemania de Hitler.
Era una declaración simbólica, pero estratégica. Al declararle la guerra a los enemigos de Estados Unidos, aseguraba que ellos defenderían tanto el territorio panameño como el canal, en medio del conflicto mundial.
Por ello, el embajador de los Estados Unidos en Panamá, Edwin Wilson, solicitó al canciller Octavio Fábrega que el país cediera 15 mil hectáreas para establecer bases militares fuera de la zona del Canal. Este fue el tratado Fábrega-Wilson.
A cambio, Estados Unidos se comprometía a realizar 12 aportes en Panamá, como alcantarillados, carreteras y tierras, entre otros.
La condición era que las 15 mil hectáreas regresarían a Panamá un año después de haber terminado la guerra.
Sin embargo, tras el lanzamiento de las bombas atómicas en Japón, que puso fin al conflicto, y justo antes de que expirara el plazo, el Departamento de Estado de los Estados Unidos manifestó a Panamá su interés en mantener la base de Río Hato y otros 12 sitios estratégicos: Jaqué, Isla Grande, Isla del Rey, Las Margaritas (Coclé), Pocrí, Punta Mala, Salud (Colón), San Blas (nombre colonial de Guna Yala), San José, Taboga, Taboguilla y Victoria (cerca de Pacora).
El presidente Enrique A. Jiménez nombró a Ricardo J. Alfaro como ministro de Relaciones Exteriores para negociar este asunto, pero no pudieron ponerse de acuerdo en algo: Río Hato. Estados Unidos lo quería por 20 años, mientras que Alfaro sostenía que no podía concederse por más de cinco. Jiménez decidió proponer una concesión por 10 años, prorrogables por otros 10. Alfaro, en absoluto desacuerdo, presentó su renuncia.
El presidente designó entonces a su ministro de Gobierno y Justicia, Francisco Filós, como nuevo ministro de Relaciones Exteriores. Este, junto con el embajador estadounidense Frank Hines, negoció el convenio de sitios de defensa, conocido como Tratado Filós-Hines, que buscaba extender la presencia militar más allá de la guerra.
Cuando se filtró la información, la Federación de Estudiantes, el Frente Patriótico de la Juventud, los alumnos del Instituto Nacional y otros sectores organizaron manifestaciones de rechazo. Mensajes de oposición llegaron a la Asamblea, y hasta miembros de esta (incluyendo Ricardo J. Alfaro) se sumaron a la protesta.
Desde Penonomé y Antón, estudiantes y comunidades viajaron hasta Río Hato para protestar.
El 16 de diciembre de 1947, unas 10 mil mujeres marcharon en la ciudad de Panamá, en la movilización femenina más grande registrada en el país hasta ese momento.
El 22 de diciembre la Asamblea Nacional sesionó para decidir sobre el tratado.
Al cerrar la votación, el tratado Filós-Hines había sido rechazado por unanimidad, y más de 22 mil panameños se reunieron cerca de Las Bóvedas para celebrar que el clamor popular y la resistencia de panameños y panameñas organizándose, frenaron las bases militares de uno de los países más poderosos del mundo.