La literatura guna acaba de perder a uno de sus mejores exponentes, el Dr. Aiban Wagua.
Su deceso acaeció la tarde de este domingo 11 de septiembre en el Hospital de la Caja de Seguro Social, según los primeros informes.
Aiban se conoció más por sus poemas rebeldes, siendo un referente para la poesía contestataria latinoamericana y desde luego, para la poesía indígena.
Nació en Ogobsuggun, el 3 de septiembre de 1944.
Tenía doctorado en Ciencias de la Educación con especialización en Técnicas didácticas (Roma, 1981), por lo que su vida, aparte de la poesía, ha estado girando en torno a la preparación de materiales para que los niños gunas puedan entender la cosmogonía de su cultura, especialmente en la compilación de cuentos.
Fue sacerdote y miembro honorario de la Academia Panameña de la Lengua.
Recientemente había finalizado su último libro, “Baluwar - Ogaryawar, Análisis de la realidad global y local desde el Babigala” e iba a ser presentado el miércoles 21 de septiembre en el edificio 807 del auditorios de la Universidad Especializada de las Américas (Udelas).
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Por el momento se desconoce si la actividad, que sería de 2:00 a 4:00 p.m., será suspendido.
¡Paz al alma del poeta!
He aquí uno de sus poemas que escribió pensando en su muerte, aunque ya hace varias décadas.
Véndame los ojos
Si muero cruzando el mar,
véndame los ojos y déjame allí:
dile a mi gente que he muerto
negándome a vender mi rostro vegetal.
Si muero desgranando la mazorca,
déjame con la mano alzada:
dile a mi madre, que el maíz
me enlutó acuñando sobre mí
su símbolo agresivo de segrí.
Si muero en la calle cincuenta,
arrástrame al Parque Remón
y olvídame allí,
voy a medir lentamente la espera
de la gente sin trabajo.
Amontona sobre mí,
todos los manifiestos que ha pintado el obrero.
Trátame como a quien va a volver a herir.
Voy a reclamar la mano barata de mi hermano indio.
Voy a dar mi saludo
a la criatura cubierta en la Bananera.
Promesas y dólares y un rincón estéril.
Si muero sentado,
ábreme los ojos, ponme de rodillas
y déjame solo.
Voy a pedir la vida bajo la piel
de algún presidiario.
Si muero ahora, ayúdame
a escribir la última medida
y no me resignaré antes de terminarlo.
Vía: Dimitry Diaz