Con una resolución del pasado 4 de marzo, el Pleno de la Corte Suprema de Justicia, no admitió una demanda de inconstitucionalidad, promovida por la periodista Flor Mizrachi ante los ataques de la diputada del PRD, Zulay Rodríguez, en el período de incidencias de la Asamblea Nacional.
La periodista Mizrachi por intermedio del abogado Jorge Molina Mendoza atacó el acto de intervención de la diputada del 19 de octubre del 2020, en el período de incidencias, donde la política criticó a la periodista y la acusó de defender los poderes económicos.
También hizo ataques a la honra de la periodista y todo amparado en el artículo 154 de la Constitución Política que señala: “Los miembros de la Asamblea Nacional no son legalmente responsables por las opiniones y votos que emitan en el ejercicio de su cargo”.
Ante los ataques de la diputada, la periodista buscaba que la Corte decretara la inconstitucionalidad de ese acto, porque se hacen señalamientos sin ningún tipo de sustento y responsabilidad amparados en el artículo 154 de la Constitución Política de la República de Panamá.
La decisión la tomaron los magistrados María Eugenia López, Otilda de Valderrama, Carlos Vásquez Reyes, José Ayú Prado, Cecilio Cedalise, Maribel Cornejo, Hernán De León, Efrén Tello, y contó con el voto razonado de Olmedo Arrocha.
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La demanda de inconstitucioalidad contra la intervención de la diputada no fue admitida, pero tampoco el poder que la política le otorgó a sus abogados Sidney Sittón y Luis Eduardo Camacho González, curiosamente ambos abogados del ex presidente Ricardo Martinelli.
La diputada Rodríguez había advertido que la demanda de inconstitucionalidad de la periodista Mizrachi no iba para ningún lado y dijo que pensaba que la comunicadora tenía “piel de cocodrilo”.
No solo la periodista Mizrachi ha sido atacada por la diputada Rodríguez, en el período de incidencias, sin presentar ninguna prueba, sino el ax administrador del Canal, Jorge Luis Quijano, el empresario Roberto Brenes, entre otros, que han preferido ignorar los ataques y esperar que se presenten las evidencias, cosa que nunca ocurre.