El pasado domingo marcó un hito desalentador para el Partido Revolucionario Democrático (PRD), que ha tenido su peor desempeño electoral en décadas. Desde la época de la dictadura militar, nunca había sufrido una derrota presidencial tan contundente.
Recordemos un poco: en 1989, durante el ocaso de la dictadura, el PRD experimentó una derrota ante Guillermo Endara, obteniendo solo el 71.1% de los votos. Sin embargo, en comparación con la población electoral de entonces, proporcionalmente recibió más votos que en la reciente elección del 2024.
El candidato del PRD en esta ocasión, José Gabriel Gaby Carrizo, solo logró el 5.83% de los votos válidos, colocándose en el sexto lugar. Este resultado es desastroso para un candidato respaldado por el gobierno, que incluso propuso ideas llamativas como reducir la semana laboral a cuatro días y aumentar el salario mínimo.
Además, esta derrota del PRD viene acompañada de una división interna, con antiguos miembros del partido compitiendo contra Carrizo desde otros frentes.
Históricamente, el PRD ha tenido altibajos en las elecciones. Desde su fundación en 1979, ha experimentado victorias y derrotas. Sin embargo, la magnitud de esta pérdida es inédita.
En cuanto a la Asamblea Nacional, de los 35 diputados del PRD, solo 12 lograron la reelección. Los restantes se quedaron fuera, incluso algunos que tenían el respaldo del partido en las primarias.
En los gobiernos locales, la situación no es diferente. Perdieron importantes alcaldías como las de los distritos de Panamá y Colón. Algunos alcaldes en ejercicio tampoco lograron la reelección, como en La Chorrera, Arraiján y David.
Esta derrota del PRD, el partido con la membresía más grande, es un llamado de atención. Muestra que los tiempos están cambiando y que los ciudadanos demandan un cambio. Es un recordatorio para el PRD de que necesita adaptarse y renovarse para recuperar la confianza de los votantes en el futuro.