Nacionales

Solo una batalla más

Secuestro de La Corporación La Prensa

Lina Vega

Por Lina Vega Abad

La fianza de 1 millón 131 mil dólares fue presentada por la representación legal de Corporación La Prensa, S.A. el pasado lunes 6 de julio de 2020. Gabriel Rodríguez

A pesar de que perdió la atención del país debido a noticias de gran impacto que se produjeron a la misma hora, las novedades aportadas por el abogado José María Castillo -en representación del expresidente Ernesto Pérez Balladares- se conocieron gracias a la magia del diferido, en forma de tuiter, blogs u otras más tradicionales. Así supimos que la intención original fue secuestrar las rotativas, impresoras, insertadoras, encuadernadores e incluso el papel en el que se ha impreso ya por cuatro décadas, esas historias de corrupción que, lastimosamente, no han contado con un Órgano Judicial que ponga fin a tanta impunidad.

Por lo visto, mi tocaya, la jueza Lina Castro De León, le pareció que esa pretensión impediría a Corporación La Prensa y sus colaboradores seguir haciendo su labor, así que la rechazó. Sin embargo, decretó el secuestro de cuentas y acciones de la empresa por un millón 131 mil dólares.

LEA TAMBIÉN : ‘El derecho no se puede usar para intimidar’. Ex procuradora Ana Matilde Gómez

Todo indica entonces, que el análisis de la jueza no fue lo suficientemente prolijo, porque con su decisión ha dejado igualmente en situación de extrema vulnerabilidad a los diarios La Prensa y Mi Diario, así como a 240 familias que dependen para su sustento del dinero secuestrado. Y todo en tiempo de pandemia y de pavorosa crisis económica.

Evidentemente también, la decisión de la jueza Castro De León no incluyó un análisis que debería haber sido central: al poner en peligro la continuidad de un medio de comunicación mediante la aplicación de una medida cautelar de esa magnitud -y sin que exista un fallo de fondo que le otorgue la razón al demandante-, no solo afecta al medio en cuestión, sino que produce una violación al derecho a la libertad de pensamiento y de expresión, consagrado en la Convención Americana sobre Derechos Humanos de la que Panamá es signataria. Le faltó a la jueza realizar el tan necesario control de convencionalidad, para poner en la perspectiva correcta los bienes que debía tutelar y proteger.

Y es que no se trata simplemente de un pugilato privado entre el expresidente Pérez Balladares y Corporación La Prensa, sino de un escenario en el que se ha producido una violación a una garantía fundamental de todos los que habitamos este país. Se ha vulnerado un derecho esencial -libertad de expresión, de prensa y de acceso a la información-, para el buen funcionamiento del sistema democrático.

El demandante también tiene sus derechos igualmente protegidos por instrumentos internacionales. Eso no está en discusión. Y justo en ejercicio de esos derechos y garantías, acudió a los tribunales de justicia para hacer valer su pretensión en un proceso que inició en 2012.

Extraña, eso si, que tras siete años largos, se produzca esta lamentable acción, solo unos días después de que otro expresidente -con preocupaciones notablemente mayores estos días-, citara en un tuit la existencia de “más demandas”… demandas de otras personas, así como de su intención de presentar secuestros en próximas acciones legales. Mucha coincidencia, digo yo.

La Prensa nació en agosto de 1980, gracias al trabajo, el sacrifico y la ilusión de un grupo de hombres y mujeres que se empeñaron en recuperar la democracia perdida. Y lo hicieron con el apoyo decidido de muchos ciudadanos que contribuyeron con dinero para convertirse en pequeños accionistas, convirtiendo a La Prensa en un verdadero proyecto ciudadano que permitió que se conocieran y divulgaran -en tiempos de total oscuridad informativa- los abusos de poder, los saqueos a los bienes públicos, las violaciones a los derechos humanos.

LEA TAMBIÉN : ‘Gaby’ Carrizo propondrá a la Asamblea Nacional proyecto para descontar salario a servidores públicos

En el camino andado desde entonces hasta hoy, La Prensa -ahora junto a Mi Diario-, ha enfrentado momentos muy difíciles. Cierres, destrucción de sus equipos, amenazas a sus directivos y periodistas, desencuentros y abusos, pero nada de ello ha podido debilitar el espíritu con el que nació hace cuarenta años. Una nueva y diferente generación de periodistas y directivos está hoy a cargo, y lo hacen con la misma entrega y pasión que la mostrada por el grupo de notables iniciadores de lo que parecía solo una utopía.

Esta nueva amenaza será también superada, vencida, afrontada con la valentía de siempre. Todo indica que aún es mucho lo que hay que hacer para lograr la sociedad democrática y el estado de Derecho que soñaron quienes crearon La Prensa.

La autora es con orgullo, columnista del Diario La Prensa