Salud

Llorar es bueno, incluso para nuestra dieta

El llanto es una salida beneficiosa, que libera nuestras emociones y evita que usemos la comida como válvula de escape, dice la especialista chilena Fran Sabal.

EFE EFE

Por EFE

Que la cebolla no sea excusa para ocultar tus tristezas. Foto ilustrativa

A veces reprimimos el llanto por lo que puedan pensar los demás o porque pensamos que es una señal de debilidad. Pero el llanto es una salida beneficiosa, que libera nuestras emociones y evita que usemos la comida como válvula de escape para escapar de lo que nos gusta sentir, según un especialista en nutrición emocional.

Al llorar y desahogarnos no solo nos “quitamos un peso de encima” en sentido figurado al aliviar en cierta medida la preocupación que nos oprime psicológica y emocionalmente, sino que indirectamente ayudamos a evitar que nuestro peso corporal aumente de manera física y perceptible en la báscula, según a un experto.

Si reprimimos sistemáticamente nuestras emociones, podríamos correr un mayor riesgo de engordar comiendo en exceso usando la comida como válvula de escape, según la especialista chilena Fran Sabal, fundadora de la Escuela de Nutrición Emocional, ENE, (escueladenutricionemocional.com).

“Tengo que ser fuerte y aguantar”. “No debo llorar”. “¿Qué pensarán o dirán de mí si me dejo llorar?”. Son pensamientos que muchas veces nos llevan a reprimir las lágrimas, como el clásico “Los hombres no lloran”, explica Sabal.

Pero a pesar de lo que piensen los demás, ya pesar de lo que hemos aprendido desde pequeños, llorar no es negativo. Se trata de un acto beneficioso que “nuestro cuerpo agradece, tanto a nivel emocional como físico”, según esta experta.

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Este abordaje del llanto es consistente con la Nutrición Emocional, que aborda la alimentación de manera global, considerando el peso corporal y la salud digestiva como resultado de la interacción de cuatro niveles de nuestro ser: mental, emocional, nutricional y espiritual”, explica Sabal, licenciada en Nutrición y Dietética, y posgraduada en Enfermedades Crónicas y Obesidad.

Las emociones y la comida se influyen mutuamente según Sabal, quien a través de sus talleres y un libro que describe este concepto y un método para aplicarlo, ofrece claves para que esta influencia sea mutuamente positiva y enriquecedora.

Para conseguirlo, aplica diferentes herramientas de gestión del pensamiento y las emociones a la nutrición, como la programación neurolingüística (PNL), el “mindfulness”, la alimentación consciente, la neurociencia y la inteligencia emocional.

“Muchas veces nos da vergüenza mostrar nuestras emociones e incluso soltarlas, ya sea por la imagen que nos hemos creado de nosotros mismos o por el “qué dirán”, pero las emociones hay que sentirlas y expresarlas, porque así aprendemos a gestionarlos y conocerse unos a otros. mejor”, dice.

Señala que uno de los principales problemas que tenemos con las emociones es que desde pequeños nos han enseñado a clasificarlas en “buenas” o “malas”, pero la verdad es que son simplemente “emociones”, y tenemos que déjalos fluir para que a la larga podamos entender el mensaje que traen consigo”, enfatiza Sabal.

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Según esta especialista, dejar fluir el llanto en lugar de reprimirlo tiene efectos positivos, como ayudarnos a:

1. gestionar nuestras emociones, ser conscientes de lo que estamos sintiendo y dejarnos guiar por el mensaje que nos traen.

2. Soltar ese dolor que llevamos dentro sin permitir que se prolongue más de lo debido en el tiempo.

3. cálmate y relájate.

4. Reducir la ansiedad y el estrés.

5. Conocer mejor nuestros límites y así saber hasta dónde podemos llegar en una determinada situación.

6. Hacernos conscientes de nuestra vulnerabilidad y necesidad de apoyo, algo natural, ya que somos seres vulnerables y sociales.

7. consolarnos pidiendo ayuda a los demás y contando con ellos.

“Sobreestimamos aquellas emociones que nos gusta sentir, creyendo que son las adecuadas y que debemos sentir siempre de forma satisfactoria. Pero la vida tiene altibajos, e incluye momentos de dolor y emociones que no nos gusta sentir, y por eso las rechazamos, las resistimos y hasta las reprimimos, lo que las aumenta”, apunta.

ABRAZA TODAS LAS EMOCIONES

Por ejemplo, cuando sentimos tristeza, a menudo negamos lo que sentimos o tratamos de minimizarlo o evitarlo, pero el dolor sigue ahí, acumulándose y estancándose, dice Saabal.

Para Sabal, las emociones podrían describirse como “una energía que circula” por nuestro cuerpo. Cuando la reprimimos y no la liberamos, al no permitirnos sentir pena o dolor, toda esa energía tiene que salir de alguna manera, “y muchas veces la manera que tenemos de canalizarla es comiendo”, advierte.

En algunos casos, “el dolor y la pena que sentimos son tan grandes que, al no saber gestionarlos, queremos huir de lo que estamos sintiendo y la comida (que proporciona un placer fugaz) puede convertirse en una vía de escape, según él. agrega

“Este es uno de los factores que llevan a muchas personas con tristeza profunda y sostenida a engordar mucho”, explica.

Por otro lado, “si nos permitimos sentir lo que sea sin tener que ocultarlo o escapar, no necesitaremos vías de escape, porque miraremos de frente a nuestras emociones, con lo que la comida recuperará su lugar, que es nutrirnos, y no el de ser un consuelo en las diferentes situaciones de la vida”, destaca.

Si nos permitimos llorar, así como sentir cualquier emoción, abrazándola en lugar de evitarla, escuchando la información que nos trae, entendiendo lo que estamos sintiendo y lo que refleja en nuestra vida, podemos aprender de lo que estamos viviendo, crecer como personas y trascender la emoción en lugar de quedarse “enganchado” a ese sentimiento, según este especialista.

“Cuando sentimos tristeza o una emoción que nos causa malestar debemos sentarnos y mirarla de frente, respirarla, sentirla, en lugar de llenarnos de actividades, huir de nosotros mismos y mantenernos muy ocupados para evadirnos de nosotros mismos.” él aconseja.

Señala que “hay que prestar atención y sentir en qué parte de nuestro cuerpo se encuentra esa emoción, cómo se presenta, qué sensaciones produce e incluso imaginarla, ponerle cara y hablarle, preguntarle “qué ¿Por qué estás aquí?”, lo que equivale a preguntarse: ¿de qué sirve que me sienta así?

“Hay que darle espacio a la emoción porque siempre nos trae un mensaje y tiene un significado, y no desaparece hasta que la escuchamos”, enfatiza Sabal.

“Si nos permitimos llorar, sin resistirnos a lo que está pasando, aceptando el momento presente, estaremos sintiendo algo que la vida nos da y de lo que podemos aprender”, concluye.